martes, 13 de marzo de 2012

La importancia de contar cuentos

 Descubrí el poder de contar cuentos durante la creación de mi grupo literario. El acto de contar y relatar historias nos conecta profundamente con los arquetipos divinos, incluso si simplemente relatamos sin ninguna clase de análisis de por medio. Además, abre un puente a la reflexión y a la instrospección. El silencio sacro que se hace cuando uno de nosotros, en el círculo, comienza a contar una historia contienen una gran carga de significado. Yo con mi mitologia griega, mi madre contando cosas acerca de Orixas, mi abuela con sus historias de santos católicos, las chicas y los chicos de mi círculo, incluso, cuando escriben algo y quieren compartirlo. 
Puede que el acto de oír no eleve poder, o no el que necesitamos para crear círculos, enviar deseos, etc, pero es un acto de naturaleza religiosa que nos abre la mente y nos predispone. Espero que, con los años, los dioses me hagan mejor narrador (soy un poco apurado), y así, gente más joven pueda escucharme y repetir los mitos tradicionales (el descenso de la Diosa, la creación del tambor, la creación de la danza, las rocas cerca del fuego, etc.)
Además, narrar historias nos recuerda el poder de la palabra. Es a través de ella que, en muchas culturas, se cree que nació el universo. Incluso he leido un mito en el que la naturaleza comenzaba a existir por efecto del relato de la Abuela Luna a sus hijos.  
Recordemos que antes que la palabra, para contar historias, se necesita otra cosa, ¿qué puede ser? Sí, la voz, sin voz no podemos hacer uso de la palabra oral. Y la voz es uno de los instrumentos con los que la naturaleza nos han bendecido para rendirle culto, para acordarnos de ella. Un camino de poder dicta que hay que cantar, pero otro dice que hay que contar historias, inclusive, muchas canciones tradicionales narran aventuras épicas. 
La voz es el sustento y el transporte de la palabra -lo que nos recuerda que somos canales vivientes de la dvinidad y de su voluntad-, hasta que llegó la escritura y desbarató el esquema (amo la escritura, pero desde un punto de vista arqueológico, fue la destrucción de algunas tradiciones). La voz es una cosa en el espacio, una presencia física. Posee un tono, un timbre, una amplitud, una altura, un registro. O sea, un conjunto de elementos a los que cada cultura asigna un valor simbólico puntual. 
El aliento de la voz es creador. Por eso su nobmre suele estar ligado al concepto de alma, o de espíritu: animus en latín, pneuma en griego, ñe'eo en guaraní (ya me detendré en los guaraníes). En los glifos egipcios, la boca era la fuerza creativa. Para la tribu bantú de áfrica, el fluir de la voz se identifica con el del agua, la sangre y...el esperma. Para los Tuareg del Desierto de Shara, el aliento y el alma son la misma cosa, por lo que cubren su rostro con un velo para no "perder su alma al hablar". Pero está la cuestión en saber qué clase de voz usar en el entorno ritual. Por ejemplo, el rey africano de ciertas tribus no grita y habla poco, porque sabe que gritar es un recurso femenino en su cultura, el narrador sagrado, canta, hace muecs y sonríe cuando habla. 
Cada vez que contamos un mito, estamos reviviéndolo. Cada vez que repetimos una historia mitológica, activamos recuerdos ancestrales que duermen en nosotros. En uno de sus libros, Raven Grimassi, dice que cree conveniente leer en ciertos rituales ciertos mitos porque activa la información que está en nuestra sangre y que podemos aprovechar para los rituales. 
La palabra es esencialmente poder, un poder nombrador, creador, fecundante, que pone en movimiento las fuerzas que permanecen estáticas en las cosas. Hacer uso de la palabra otorga poder y sacude la realidad. Claro que no toda palabra es Palabra, por eso en algunas sociedades hay diferentes lenguajes, uo vulgar y otro sagrado. 
Si la palabra verdadera crea vida, la mentira la destruye. En algunas civilizaciones, decir mentiras es un gran agravio, porque se está usando la lengua, que debe usarse para fomentar la paz y rezar a los Dioses, para crear discordia. Es tomado como un abuso de poder. 
Y el silencio es importantísimo. Saber cuándo callar es también aprovechar la palabra. "Si la palabra construye la aldea, el silencio edifica el mundo". Hay palabras e historias que no pueden usarse cuando uno tenga ganas. La palabra verdadera, es creado y no es ajena a las circunstancia espaciales y temporales en las que se manifiesta, como tampoco la posición del cuerpo. Hay palabras que solo pueden decirse en ciertas épocas del año (como los cuentos tradicionales de las estaciones), otras solo se dicen de noche o de día, y otras más no se recitan si el tiempo es malo. 
El poder de la palabra, o mejor, el poder divino que sostiene la palabra, llamado Nommo en tribus bantú, es asociado el agua y al fuego, por el calor y la humedad de la boca, y por eso la palabra se considera gestadora. Se dice que el Nommo crea una semilla y es capaz de fecundarla. Está en todas partes, es imposible no usar palabras, pero pocas veces sacralizamos al lenguaje. Y aquí llegamos al uso de la voz y la palabra en los rituales modernos. Cuántas veces uno se expresa mal al desear o hacer plegarias y al final el hechizo se malogra...cuántas veces maldecimos sin pensar y después nos arrepentimos.
En algunas partes del mundo, la gente se lima los dientes para tener un discurso más eficaz, en otras se tiñen los dientes de los adolescentes de azul para que controlar su lengua. Entre los Dogon, se colocan aros en los labios para que salgan "palabras bellas" y se colocan los mismos aros en las orejas, para filtrar las palabras que dañen. 
Los dogon creen que la palabra es lo que nos diferencia de los animales. La palabra posee un cuerpo, una materia sonora formada por los cuatro elementos que conforman el cuerpo humano, tierra, aire, fuego y agua. Cuando falta agua, "la palabra sale seca", sin poder, rogante. Cuando falta calor, la palabra daña. La tierra le da a la palabra su peso, su firmeza, para distinguirla de cualquier ruido. Incluso los sonidos tiene género, algunos son machos y otras son hembras, asi que al contar historias y cantar, se está "mezclando" energías de diferentes naturalezas. 
Pero la fuerza de la palabra y de sus historias dentro de los rituales depende de la fuerza vital de la persona. Si es escasa, el sujeto hablará muy poco y no será escuchado, porque su energía se fuga. Tal fuerza, se cree, se origina ene l agua, en el elemento que comprende la sangre. Las impurezas de una persona, se manifiestan en el habla, si alguien blasfema y se queja, está exponiendo su realidad personal. A veces, se cree que quieren hablan nasal, tienen la palabra podrida, y que los espíritus están llevándole la vida. 
Para los guaraníes, TODO es palabra, absolutamente todo, y quien conoce la palabra correcta, puede hacer grandes cosas, concepción que vemos, por ejemplo, en los egpicios también. La identificación entre el alma y la palabra es tan grande entre los guaraníes, que se habla de una Palabra Viva, una Ñe'eo. La palabra es la manifiestación del alma que no muere, del alma que, a pesar de todo, sigue estando presente y fluye. Cuando cuentan historias que invlucran a fallecidos, ellos creen que aparecen para representarla, por lo que hay que tener cuidado con lo que se dice. Entre los pai tavyterä, una etnia guaraní, se cree que existía, en un comienzo, una sola fuerza, la Jasuka (cuya palabra suele hacer referencia a la luna) y que, de esa "lluvia eléctrica" surgió una voz que  cantaba, y que con sus cantos fue creándose cuerpo propio. 
Tenemos así que las palabras son la naturaleza del brujo y que es muy importante usarlas adecuadamente. Intenten en sus rituales contar historias y prueben, quizá podrían usar instrumentos para acompañar. 
Eso es todo por ahora, espero que les haya gustado.
Bendiciones de todos los bueno espíritus!

Aramis L'hibou
aramislhibou@live.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario