viernes, 24 de febrero de 2012

Cultos Africanos y afroamericanos. Conceptos Básicos.




Esta entrada surge por un debate en un grupo de Facebook, y me he comprometido a aportar conocimiento acerca de los cultos africanos, terrenos en los que muchos paganos se ven perdidos pero que igualmente desean comprender.
La mayoría de las personas hablan de Candomblé y Umbanda, pero debemos saber que existen un centenar de cultos africanos que han sido traídos a América, dentro de los cuales encontramos sí, el Candomblé, la Nación de Orixás, Palo Monte –no practicado en mi país-, entre otros. Yo voy a hablar de los que conozco y con los que tengo relación, o he tenido por familia o amigos practicantes de estas religiones. Centraremos nuestra atención en Batuke o Nación de Orixás, Candomblé, Umbanda y Kimbanda, y con eso tenemos bastante.
Las religiones africanas que normalmente se conocen surgen en las naciones negras de Dahomey, Congo, Ketu, Angola, Ijexá, Abeokutá, Iquiti y Oyó, además de los grupos Fons o Jêjes, considerados los “extranjeros”, grupos pequeños que no eran de ninguna nación en particular.
El origen religioso del africanismo es el “CAMDOMBLÉ”, madre de  todas las creencias africanas cuya liturgia es la adoración de las distintas manifestaciones de la naturaleza en sus más variadas formas y representaciones que el hombre pueda comprobar. Estas representaciones de la naturaleza son LOS ORIXÁS, fuerzas superiores que encierran los diferentes reinos de la naturaleza, como por ejemplo: el mar, las montañas, los ríos, la flora, la fauna, los vientos, etc. Entonces se comprende que los orixás son divinidades intermediarias entre el Dios Supremo y el mundo terrestre, encargados de administrar la creación, y que se comunican con los hombres a través de vistosos y complejos rituales.
Con este criterio religioso, el hombre adopta para si una filosofía de vida que se contacta directamente con la naturaleza en todas sus manifestaciones.
Los orixás participan en el mundo y en el consiente del  hombre, como grupo. Estos semi-dioses del pueblo Yoruba son numerosos, y aun a pesar de todos sus nombres y maneras africanas nos pueden sonar familiares, como versiones amplificadas de caracteres de nuestras amistades, como fuerzas o elementos de la naturaleza, como lo hemos experimentado en varias oportunidades. Los Orixás nos pueden hacer recordar de nosotros mismos en particular, de nuestras emociones o de un estado extremo. Estos Orixás tienen mucho para decirnos sobre la personalidad humana. Es como un espejo que nos vimos a nosotros mismos, con todas nuestras potencialidades en virtudes, pero también con nuestros defectos.
La palabra Orixá proviene de los vocablos yorubas “Ori”, es decir, Cabeza, y “Xá”, Guardián, porque se creía que cada persona era gobernada por un Orixá que residía en el centro de su cabeza. En mi caso, me protege Oxum, Reina de los Ríos. El Orixá o “Santo” protector se conoce mediante el diloggun, u oráculo de los caracoles/cauries/buzios, consistente en ocho piezas de estos caracoles que se arrojan dentro de un círculo hecho con un collar que representa todos los Orixás. Hay más de 1000 Orixás, pero generalmente se adoran 12 o 16, dependiendo de la rama de la que se esté hablando.
La fuerza que ordena a los Orixás es el Único Dios, que recibe diversos nombres dependiendo de la Nación de la que se esté hablando, Olofi, Olofin, Oloddumaré, Olorum, Zambi, etc. Los Orixás no son Dioses, no poseen esa categoría, sino que están entre los espíritus de la naturaleza y Dios, por eso muchas veces se los asocia con el Ángel de la Guarda, seres puros, lumínicos, pero no Dioses, que nos protegen y nos bendicen. Aunque obviamente, por sus características tribales, el comportamiento de un Orixá es muy distinto que el de un ángel.
Ahora bien, se habla de Orixás, pero este vocablo es de origen yoruba, mientras que los bantúes le dicen Nkisis y los los fons le llaman Voduns. El sincretismo juega un rol muy importante en este punto. Cuando los negros fueron traídos a América, trajeron consigo su culto, pero como las religiones africanas estaban prohibidas, los negros oyeron las historias de los santos católicos y comenzaron a vincular a los Orixás con esos santos, para poder seguir adorándolos bajo formas cristianas. Así, para algunos Santa Bárbara es Xangó u Oyá, dependiendo de la Nación. Pero en realidad Santa Bárbara no ES Xangó, Bárbara es un espíritu, una fallecida, y Xangó es una fuerza natural. Hay movimientos africanistas que desean terminar con el sincretismo porque ya no hay que ocultarse de nadie, pero está tan arraigado en América, y repito insistentemente, en América, que es difícil desvincular los Orixás de los Santos.
Ahora bien, tenemos que el Candomblé es una especie de religión madre, que adora a las fuerzas de la naturaleza, que se pueden manifestar en el cuerpo de los fieles mediante el trance. Sacrifican animales y tienen marcado todo animista. Pero del Candomblé se desprenden muchísimas religiones más, como lo es el llamado Batuque, o Batuke, o Nación de Orixás.
El nombre Batuke proviene del ritual fundamental de adoración a los Orixás, que era una danza anti horaria en la que los Orixás poseían a sus iniciados y bailaban toda la noche, comían, daban pruebas de su presencia, y se retiraban al Orún, El Cielo.
El Batuke trae del Candomblé muchos conceptos, vestimentas, leyendas y demás, pero en cuanto a rituales, es muy diferente. Es altamente ceremonial, teniendo un proceso específico para cada cosa y no dando espacio a la invención. Los sacerdotes son llamados Mae de Santo y Pai de Santo, en portugués, o Iyalorixá para la mujer y Babalorixá para el hombre, en dialecto yoruba.
El culto se organiza en templos, normalmente llamados Ilê (creo que es circunflejo el acento), o Casas de Santo, donde hay una sola jefatura y una gran cantidad de iniciados que deben pasar por lo menos siete años estudiando, aprendiendo, recibiendo y haciendo sacrificios, etc., para transformarse en Jefes.
Se cree que los Orixás pueden habitar en rocas llamas otás, que reciben tratamientos rituales y que reciben sangre encima, para vitalizarlas y honrar al espíritu que vive dentro. Estas rocas, junto a todas las herramientas del Orixá, viven en el Pegé, o Cuarto de Santo, donde habitan todas las rocas sagradas. Cuando se realizan las llamadas obligaciones, rituales donde se hacen sacrificios sobre las rocas y sobre la cabeza del iniciado, el practicante debe pasar varios días en abstinencia de todo tipo, acostado en el suelo sin poder sentarse en la silla y sin usar cuchillo. Luego, como finalización de esos sacrificios, se realiza el Xiré, o mal llamado Batuke, donde los Orixás caen desde el cielo a la tierra para festejar. Un hecho curioso es que el Orixá, en algunas ramas, habla, y en otras no. Hay diferencias rituales también, entre América, donde caen, por ejemplo, más de un mismo Orixá, por ejemplo, se ven más de una Oxum, y África, donde desciende solo la Oxum de la aldea y los demás danzan sin ser poseídos.
De los Orixás proviene el Axé, la fuerza que moviliza todo, la fuente de todo misterio. Esta es la base del culto y de las kizilias, o prohibiciones del culto, por ejemplo, Oxum usa una calabaza para hacer sus rituales, yo, como su potencial hijo, no debería comer calabaza, porque estaría faltándole el respeto a mi madre orixá y por lo tanto, acarrearía axé ruin.
A continuación propongo una lista general de los Orixás:
Bará: en santería cubana, Exú. Dueño de los Caminos y Mensajero.
Ogum: Dueño de los metales.
Oyá: Madre de la lluvia y el cementerio.
Xangó: Señor del Rayo y la justicia.
Odé: también llamado Oxossi, padre de la caza.
Obá: Madre de la guerra y de los ciclos.
Ossain: Dueño de las hierbas y la medicina
Xapaná: Orixá de la peste y las enfermedades.
Oxum: Reina de la riqueza y del agua dulce.
Yemanjá: Reina del Mar
Naná Burukú: Madre de la muerte y el barro
Oxalá: Padre de la pureza y la calma
Ibejis: Hijos de Oxum y Xangó, los gemelos divinos.


Conga, o Congal, altar Umbanda donde habitan los espíritus.


Pasemos, ahora a la Umbanda. La Umbanda es de origen brasileño, no africano, producto de la mezcla de tres factores: religiones nativas, catolicismo y africanismo.
Tiene, en el primero de los casos, relación con el culto llamado Catimbó, netamente de corte espírita, que se vale del vivo alucinógeno de la palmera Jurema para producir la incorporación de espíritus, comúnmente llamados Mestres, y Encantados, en el caso de los indígenas. También encontramos al Toré y a la Pajelanca (no encuentro la cedilla en el teclado de la note), cultos indígenas del mismo corte espírita, similares al culto a María Lionza en Venezuela, por ejemplo.
 Fue en mayor medida el sincretismo de Pajelanca, con la catequesis católica, lo que originó el hermoso culto de los “Caboclos Encantados”, espíritus de mestizos indígenas no o más o menos cristianizados que hacían externamente las veces de “Santos católicos”, pero que además cumplían una función social para la colectividad mestiza indígena, adaptando las divisiones tribales (de tribus) en clases: los “Hijos del Sol”, y los “Hijos de la Luna” y que seguían usando la fumata de tabaco, dándole mayor énfasis a la ingestión de una bebida elaborada como al infusión de raíz del árbol Jurema para la obtención del trance mediúnico, lo cual era acompañado por cantos indígenas balbuceados, hablados o cantados en lengua portuguesa corrompida.
Continuando en el tiempo fue la fusión de estos nuevos cultos de Caboclos Encantados con los primeros aportes de la religiosidad de los negros Bantú, casi siempre fugitivos que encontraron refugio y protección en Pajelanca y en el culto de los Encantados, que se esbozó (se empezó a marcar) el culto de Catimbó, pero ahora las ceremonias perdían el sentido de función social de la colectividad para transformarse en cultos individuales de satisfacción de necesidades personales tanto de indios como de negros o mestizos, como de naturaleza espiritual y curativa.
Ejemplificando el cambio de tales funciones, un viejo Pajé de nombre Tarcuaá, así se lamentó con un investigador: “Hoy no hay más Pajés, somos todos curanderos”.
Usando una mitología y ritualismo indígena un poco empobrecidos, los altares de Catimbó representan la pérdida de valores iniciáticos de los indígenas brasileños, que pasan a ser sustituidos por la fusión religiosa y presentan, de lado a lado, estampas y estatuas de Santos católicos mezclados con Charutos (habanos), aguardiente, pequeños arcos y flechas, flautas indígenas, además de hierbas y animales secos, objetos que son portadores de los poderes de bendición católica y de la fuerza indígena Mana (la fuerza vital indígena), puesto que la fuerza de realización mística africana Axe aún no había llegado definitivamente a Brasil.
Pero, habiendo abandonado el tabaco para la obtención del trance místico, aún existía el recuerdo de su uso ancestral como hierba sagrada en los altares de Catimbó estaba Princesa, una cuia de bronce o vasija baja de barro, la cual siempre reposaba sobre una humareda de tabaco, cercada por un paño blanco que nunca se usaba para otra finalidad, guardando la pureza o Santidad.
La Princesa constituía el ligamento con el pasado indígena, pues era en ella donde era molida y mezclada la raíz de Jurema, la bebida levemente alucinógena que por aquel entonces inducía a los espíritus invocados para provocar el trance mediúnico también llamado estado de Santidad.
Mientras tanto, este Catimbó ya pre anunciaba a la futura  “Umbanda” , presentándose dividido en siete reinos espirituales:
Vajucá
Tigre
Canindé
Urubá
Juremal
Josafá
Y Fondo del Mar
Sus principales espíritus Jefes son indios: Itapuá, Xaramundy, Mussurana, Iracema, Turuatá, y las mozas de agua o Iaras, y también muchos más tarde, algunos espíritus “catimbozeiros” de descendencia africana.
Pues, como ya dijimos, fue para esta religión básicamente indígena pero ya miscigenada  con elementos católicos que entró el negro o sus descendientes del Nordeste, especialmente si eran de origen Bantú, por encontrar en Pajelanca y en Catimbó ceremonias hasta cierto punto análogas (parecidas o iguales) a las de sus antepasados africanos.
Los negros Bantos-congoleces aceptaron esta nueva religión, sobre todo, en término de “Culto a los Muertos” pues los Pajés y los Catimbozeiros, a través de los Maracás y de los Cunhás los Encantados y el tabaco y la Jurema, quizá también Diamba, introducida por los africanos, se comunicaban con el Más Allá, o sea, el lugar místico y/o mítico en que los blancos, indios, negros, y mestizos de todos situaban por igual la existencia de sus antepasados.
Los cultos africanos se filtraron ya sincretizados, habiendo en la Umbanda un alto grado de mixtura. Los Umbandistas adoran a Zambi, Dios único, y a sus siete rayos, o sus siete emanaciones, sus siete Orixás, sacados de la mitología africana: Ogum, Oxossi, Xangó, Oya, Oxum, Yemanjá, Oxalá, representando conceptos superiores, encarnaciones de los valores humanos y de las fuerzas que sustentan la creación a la vez. Además, eran las siete corrientes de las cuales provenían los espíritus y los siete reinos de entidades, como era el caso similar de los reinos de Catimbo.
Escribir sobre Umbanda sin citar a Zelio Fernandino de Moraes es prácticamente imposible.
El, así como Allan Kardec, fueron los intermediarios escogidos por los espíritus para divulgar la religión a los hombres. Zelio Fernandino de Moraes nació el día 10 de abril de 1891 en el distrito de Neves, Municipio de Sao Gonçalo (San Gonzalo), Río de Janeiro.
A los 17 años, cuando se estaba preparando para servir las fuerzas armadas a través de la marina le aconteció un hecho curioso: comenzó a hablar en un tono manso y con un acento diferente al de su región, pareciendo un señor con bastante edad. Al principio, la familia creyó que hubiese algún disturbio mental y fue encaminado a lo de su tío, el doctor Epaminondas de Moraes, Director del Hospicio de Vargém. Luego de algunos días de observación y no encontrando en sus síntomas  en ninguna literatura médica sugirió a la familia que lo encaminasen a un Padre para que fuese hecho un ritual de exorcismo, pues desconfiaba de que su sobrino estuviese poseído por un demonio. Buscaron y encontraron, entonces también, luego de hacer el ritual de exorcismo la familia de Zelio no consiguió  ningún resultado. Tiempo  después Zelio fue atacado por una extraña parálisis, para el cual los médicos no consiguieron encontrar la cura. Pasado algún tiempo, un acto sorprendente, Zelio se enderezó en la cama, se levantó parándose sobre sus pies y declaró: “mañana estaré curado”. Al día siguiente comenzó a andar como si nada le hubiese pasado. Ningún médico supo explicar cómo fue se que dio su recuperación. Su madre, Doña Leonor de Moraes, llevó a Zelio a una curandera llamada Doña Cándida, figura muy conocida en la región donde moraba y que “incorporaba” el espíritu de un negro llamado de “Tío Antonio”.
Tío Antonio recibió   a ese joven y haciendo sus rezas le dijo que poseía el fenómeno de la mediumnidad y debería trabajar con la caridad.
El padre de Zelio, el señor Joaquim Fernandino Costa, a pesar de no frecuentar ningún centro espírita, ya era un adepto del espiritismo, practicante en el hábito de la lectura de literatura espírita.
Un amigo de la familia sugirió que visitaran la Federación Espiritista de Niterói, presidida en esa época por José de Souza. El día 15 de noviembre de 1908 el joven Zelio fue invitado a participar de la sesión tomando un lugar en la mesa. Dominado por una fuerza extraña y superior a su voluntad —y contraviniendo las normas que prohibían el alejamiento de cualquiera de los integrantes de la mesa—, el joven se levantó diciendo: “aquí está faltando una flor” y salió de la sala hacia el jardín, volvió enseguida con una rosa blanca que depositó en el centro de la mesa. Esa actitud insólita causó casi un tumulto. Restablecidos los trabajos se manifestaron en los médiums kardecistas espíritus que decían haber sido esclavos negros e indios americanos; fueron conminados a retirarse advertidos de su atraso espiritual. Nuevamente una fuerza extraña dominó al joven Zelio y él habló sin saber lo que decía; oía apenas su propia voz preguntar a quien comandaba los trabajos cual era el motivo que los llevaba a no aceptar la comunicación de aquellos espíritus y por qué los consideraban atrasados únicamente basándose en encarnaciones pasadas que ellos mismos revelaron.
Continuó un diálogo acalorado, los responsables por la sesión se esforzaban en adoctrinar y apartar el espíritu desconocido que desarrollaba una argumentación calma y segura. Un médium vidente preguntó al espíritu: “¿Por qué, hermano, hablas en estos términos, pretendiendo que la dirección de la sesión acepte la manifestación de espíritus, que por el grado de cultura que tuvieron cuando estaban encarnados, son claramente atrasados? ¿Por qué hablas de este modo si estoy viendo que me dirijo en este momento a un jesuita y su vestidura blanca emite un aura de luz? ¿Cuál es tu nombre, hermano?” El espíritu desconocido habló así: “Lo que tú ves en mi son apenas restos de una existencia anterior. Fui Padre y mi nombre era Gabriel Malagrida. Fui acusado de brujería y sacrificado en la hoguera de la inquisición en Lisboa en el año 1761, pero en mi última existencia física Dios me dio el privilegio de nacer como Caboclo brasileño.”
Continuó: “Si juzgan atrasados a los espíritus de negros e indios debo decir que mañana (16 de noviembre) estaré en la casa de mi “aparelho” para dar inicio a un culto en el que estos hermanos podrán dar sus mensajes y así cumplir la misión que el Plano Espiritual les encomendó. Será una religión que hablará a los humildes, simbolizando la igualdad que debe existir entre todos los hombres, encarnados o desencarnados. Se quieren saber mi nombre, que sea este: “Caboclo das Sete Encrucilhadas” porque para mi no habrá caminos cerrados.” El vidente preguntó con ironía: “¿Consideras, hermano, que alguien asistirá a tu culto?” El espíritu, ahora identificado, respondió: “Cada colina de Niterói será portavoz, anunciando el culto que mañana iniciaré”
Al día siguiente, en la casa de la familia Moraes, en la calle Floriano Peixoto 30, al acercarse la hora indicada (la hora 20:00) estaban ya reunidos los miembros de la Federación Espírita de Niterói para comprobar la veracidad de lo que fuera dicho en la víspera; estaban los parientes más próximos, amigos, vecinos, y –del lado de afuera- una multitud de desconocidos. A la hora 20:00 se manifestó el Caboclo das Sete Encrucilhadas. Declaró que en aquel momento se iniciaba un nuevo culto, en que los espíritus de viejos africanos que habían servido como esclavos y que desencarnados no encontraban campo de acción en los remanentes de las sectas negras, degeneradas y dirigidas en su totalidad hacia los trabajos de brujería, y los indios nativos de nuestras tierras podrían trabajar en beneficio de sus hermanos encarnados cualquiera que fuera su color, su raza, su credo o su condición social. La práctica de la caridad, en el sentido del amor fraterno, sería la característica principal de este culto que tendría por base el evangelio de Jesús y como maestro supremo a Cristo.
El Caboclo estableció las normas que organizarían el culto: Sesiones (así serían llamados los períodos de trabajo espiritual) diarias de 20:00 a 22:00 hs., los participantes vestirían de blanco y la atención sería gratuita. Dio también nombre al movimiento religioso que se iniciaba “Umbanda” (el nombre de ese movimiento religioso que se iniciaba; dice primero “Allabanda”, así anotó uno de los presentes, pero considerado que no sonaba bien a su vibración, se substituyó por “Aumbanda”, o sea, Umbanda, palabra de origen sánscrito, que se puede traducir como “Dios a nuestro lado” o “El lado de Dios”). Muy probablemente quedó el nombre de Umbanda, y no Aumbanda, porque alguien anotó la palabra separadamente (a Umbanda). La palabra Aum, es de alta significación espiritual, consagrada por los maestros ( que deriva de “llamada a Dios” o “fuerza de Dios”); bandha (llave o puerta), en su expresión mística inicial significa movimiento incesante, fuerza centrípeta emanada del creador. La palabra Aumbandha pronunciada en el mantra, se parece más al sonido Ombanda, siendo ajustada a la doctrina de Umbanda.       
Las personas comenzaron a ser bautizadas por el Caboclo manifestado en el cuerpo de Zelio. Comenzaron así a manifestarse otra clase de espíritus con el correr de los años, hasta formar lo que actualmente se llama la Ronda de Umbanda: Ogums, o espíritus de guerreros (San Jorge en el sincretismo), Xangos, líderes indígenas (San Jerónimo), Caboclos, espíritus indígenas (San Sebastían), Africanos y Bahianos (San Cipriano), Crianzas, espíritus de niños (San Cosme y Damián), Pretos Velhos, espíritus de esclavos ancianos (San José, entre otros sincretismos) y las Maes de Agua, espíritus femeninos acuáticos.
Hay cosas interesantes que comentaré otro día, como los siete templos que fundaron la Umbanda o las primeras entidades en manifestarse.
Cuando la Mae Teta de Oxalá se inicia en Umbanda, siendo ya Iyalorixá, comienza a sacrificar animales para los espíritus que hasta entonces no trabajaban con alcohol, ni tabaco, ni música. Así surge la Umbanda Cruzada y la Umbanda se subleva al culto de Nación de Orixás, convirtiéndose en lo que hoy se conoce, vulgarmente: gente poseída por espíritus, que sacrifican animales de pluma y danzan vigorosamente. Hay umbandistas blancos aún, pero el auge de la Umbanda de Mae Teta fue tan grande, que actualmente son la mayoría.
Por último comenzaron a manifestarse los Exus y Pomba giras, entidades en evolución, que intentaban alejarse del plano del mal sirviendo a Dios. Son espíritus de personas sufridas, de la noche, como prostitutas, jugadores, gitanos, etc. Sucedía que le Umbanda se sentía sofocados, obligados a adorar a espíritus negros y mestizos. Así que quisieron un ámbito en el cual desarrollarse libremente y tener mayor libertad moral. Surge la Kimbanda, que es el llamado Camino de Izquierda, en Umbanda, siendo un conjunto de prácticas, pero no una religión en sí. Sería peligroso asegurar que todo Exu y Pomba Gira es negativo y trabaja para el mal. La verdad es que depende de cómo se eduque al espíritu manifestado, si en el bien o en la ganancia material y el mal. Se hacen sacrificios sí, y las entidades son entidades que vibran muchas veces en niveles bajos de energía, rondando cementerios, encrucijadas, prostíbulos, hospitales, etc. Pero piden luz y deben ser atendidos. Lo que si es cierto es que algunos espíritus oscuros se colan y hacen destrozos...
Eso es todo por ahora. Es bastante pero me quedé muy corto. Es simplemente para tener una idea general de estos cultos. Saludos a todos y bendiciones!!!!!

Aramis L’hibou

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