Esta entrada surge por un debate en un grupo de
Facebook, y me he comprometido a aportar conocimiento acerca de los cultos
africanos, terrenos en los que muchos paganos se ven perdidos pero que igualmente
desean comprender.
La mayoría de las personas hablan de Candomblé
y Umbanda, pero debemos saber que existen un centenar de cultos africanos que
han sido traídos a América, dentro de los cuales encontramos sí, el Candomblé,
la Nación de Orixás, Palo Monte –no practicado en mi país-, entre otros. Yo voy
a hablar de los que conozco y con los que tengo relación, o he tenido por
familia o amigos practicantes de estas religiones. Centraremos nuestra atención
en Batuke o Nación de Orixás, Candomblé, Umbanda y Kimbanda, y con eso tenemos
bastante.
Las religiones africanas que normalmente se conocen
surgen en las naciones negras de Dahomey, Congo, Ketu, Angola, Ijexá, Abeokutá,
Iquiti y Oyó, además de los grupos Fons o Jêjes, considerados los “extranjeros”,
grupos pequeños que no eran de ninguna nación en particular.
El origen religioso
del africanismo es el “CAMDOMBLÉ”, madre de
todas las creencias africanas cuya liturgia es la adoración de las
distintas manifestaciones de la naturaleza en sus más variadas formas y
representaciones que el hombre pueda comprobar. Estas representaciones de la
naturaleza son LOS ORIXÁS, fuerzas superiores que encierran los diferentes
reinos de la naturaleza, como por ejemplo: el mar, las montañas, los ríos, la
flora, la fauna, los vientos, etc. Entonces se comprende que los orixás son
divinidades intermediarias entre el Dios Supremo y el mundo terrestre,
encargados de administrar la creación, y que se comunican con los hombres a
través de vistosos y complejos rituales.
Con este criterio
religioso, el hombre adopta para si una filosofía de vida que se contacta
directamente con la naturaleza en todas sus manifestaciones.
Los orixás
participan en el mundo y en el consiente del
hombre, como grupo. Estos semi-dioses del pueblo Yoruba son numerosos, y
aun a pesar de todos sus nombres y maneras africanas nos pueden sonar
familiares, como versiones amplificadas de caracteres de nuestras amistades,
como fuerzas o elementos de la naturaleza, como lo hemos experimentado en
varias oportunidades. Los Orixás nos pueden hacer recordar de nosotros mismos
en particular, de nuestras emociones o de un estado extremo. Estos Orixás
tienen mucho para decirnos sobre la personalidad humana. Es como un espejo que
nos vimos a nosotros mismos, con todas nuestras potencialidades en virtudes,
pero también con nuestros defectos.
La palabra Orixá
proviene de los vocablos yorubas “Ori”, es decir, Cabeza, y “Xá”, Guardián,
porque se creía que cada persona era gobernada por un Orixá que residía en el
centro de su cabeza. En mi caso, me protege Oxum, Reina de los Ríos. El Orixá o
“Santo” protector se conoce mediante el diloggun, u oráculo de los
caracoles/cauries/buzios, consistente en ocho piezas de estos caracoles que se
arrojan dentro de un círculo hecho con un collar que representa todos los
Orixás. Hay más de 1000 Orixás, pero generalmente se adoran 12 o 16,
dependiendo de la rama de la que se esté hablando.
La fuerza que
ordena a los Orixás es el Único Dios, que recibe diversos nombres dependiendo
de la Nación de la que se esté hablando, Olofi, Olofin, Oloddumaré, Olorum,
Zambi, etc. Los Orixás no son Dioses, no poseen esa categoría, sino que están
entre los espíritus de la naturaleza y Dios, por eso muchas veces se los asocia
con el Ángel de la Guarda, seres puros, lumínicos, pero no Dioses, que nos
protegen y nos bendicen. Aunque obviamente, por sus características tribales,
el comportamiento de un Orixá es muy distinto que el de un ángel.
Ahora bien, se
habla de Orixás, pero este vocablo es de origen yoruba, mientras que los
bantúes le dicen Nkisis y los los fons le llaman Voduns. El sincretismo juega
un rol muy importante en este punto. Cuando los negros fueron traídos a
América, trajeron consigo su culto, pero como las religiones africanas estaban
prohibidas, los negros oyeron las historias de los santos católicos y
comenzaron a vincular a los Orixás con esos santos, para poder seguir
adorándolos bajo formas cristianas. Así, para algunos Santa Bárbara es Xangó u Oyá,
dependiendo de la Nación. Pero en realidad Santa Bárbara no ES Xangó, Bárbara
es un espíritu, una fallecida, y Xangó es una fuerza natural. Hay movimientos
africanistas que desean terminar con el sincretismo porque ya no hay que
ocultarse de nadie, pero está tan arraigado en América, y repito
insistentemente, en América, que es difícil desvincular los Orixás de los
Santos.
Ahora bien, tenemos
que el Candomblé es una especie de religión madre, que adora a las fuerzas de
la naturaleza, que se pueden manifestar en el cuerpo de los fieles mediante el
trance. Sacrifican animales y tienen marcado todo animista. Pero del Candomblé
se desprenden muchísimas religiones más, como lo es el llamado Batuque, o
Batuke, o Nación de Orixás.
El nombre Batuke
proviene del ritual fundamental de adoración a los Orixás, que era una danza
anti horaria en la que los Orixás poseían a sus iniciados y bailaban toda la
noche, comían, daban pruebas de su presencia, y se retiraban al Orún, El Cielo.
El Batuke trae del
Candomblé muchos conceptos, vestimentas, leyendas y demás, pero en cuanto a
rituales, es muy diferente. Es altamente ceremonial, teniendo un proceso
específico para cada cosa y no dando espacio a la invención. Los sacerdotes son
llamados Mae de Santo y Pai de Santo, en portugués, o Iyalorixá para la mujer y
Babalorixá para el hombre, en dialecto yoruba.
El culto se
organiza en templos, normalmente llamados Ilê (creo que es circunflejo el
acento), o Casas de Santo, donde hay una sola jefatura y una gran cantidad de
iniciados que deben pasar por lo menos siete años estudiando, aprendiendo,
recibiendo y haciendo sacrificios, etc., para transformarse en Jefes.
Se cree que los
Orixás pueden habitar en rocas llamas otás, que reciben tratamientos rituales y
que reciben sangre encima, para vitalizarlas y honrar al espíritu que vive
dentro. Estas rocas, junto a todas las herramientas del Orixá, viven en el
Pegé, o Cuarto de Santo, donde habitan todas las rocas sagradas. Cuando se
realizan las llamadas obligaciones, rituales donde se hacen sacrificios sobre
las rocas y sobre la cabeza del iniciado, el practicante debe pasar varios días
en abstinencia de todo tipo, acostado en el suelo sin poder sentarse en la
silla y sin usar cuchillo. Luego, como finalización de esos sacrificios, se
realiza el Xiré, o mal llamado Batuke, donde los Orixás caen desde el cielo a
la tierra para festejar. Un hecho curioso es que el Orixá, en algunas ramas,
habla, y en otras no. Hay diferencias rituales también, entre América, donde
caen, por ejemplo, más de un mismo Orixá, por ejemplo, se ven más de una Oxum,
y África, donde desciende solo la Oxum de la aldea y los demás danzan sin ser
poseídos.
De los Orixás
proviene el Axé, la fuerza que moviliza todo, la fuente de todo misterio. Esta
es la base del culto y de las kizilias, o prohibiciones del culto, por ejemplo,
Oxum usa una calabaza para hacer sus rituales, yo, como su potencial hijo, no
debería comer calabaza, porque estaría faltándole el respeto a mi madre orixá y
por lo tanto, acarrearía axé ruin.
A continuación
propongo una lista general de los Orixás:
Bará: en santería
cubana, Exú. Dueño de los Caminos y Mensajero.
Ogum: Dueño de los
metales.
Oyá: Madre de la
lluvia y el cementerio.
Xangó: Señor del
Rayo y la justicia.
Odé: también
llamado Oxossi, padre de la caza.
Obá: Madre de la
guerra y de los ciclos.
Ossain: Dueño de
las hierbas y la medicina
Xapaná: Orixá de la
peste y las enfermedades.
Oxum: Reina de la
riqueza y del agua dulce.
Yemanjá: Reina del
Mar
Naná Burukú: Madre
de la muerte y el barro
Oxalá: Padre de la
pureza y la calma
Ibejis: Hijos de
Oxum y Xangó, los gemelos divinos.
Conga, o Congal, altar Umbanda donde habitan los espíritus. |
Pasemos, ahora a la
Umbanda. La Umbanda es de origen brasileño, no africano, producto de la mezcla
de tres factores: religiones nativas, catolicismo y africanismo.
Tiene, en el
primero de los casos, relación con el culto llamado Catimbó, netamente de corte
espírita, que se vale del vivo alucinógeno de la palmera Jurema para producir
la incorporación de espíritus, comúnmente llamados Mestres, y Encantados, en el
caso de los indígenas. También encontramos al Toré y a la Pajelanca (no
encuentro la cedilla en el teclado de la note), cultos indígenas del mismo
corte espírita, similares al culto a María Lionza en Venezuela, por ejemplo.
Fue en mayor medida el sincretismo de
Pajelanca, con la catequesis católica, lo que originó el hermoso culto de los
“Caboclos Encantados”, espíritus de mestizos indígenas no o más o menos
cristianizados que hacían externamente las veces de “Santos católicos”, pero
que además cumplían una función social para la colectividad mestiza indígena,
adaptando las divisiones tribales (de tribus) en clases: los “Hijos del Sol”, y
los “Hijos de la Luna” y que seguían usando la fumata de tabaco, dándole mayor
énfasis a la ingestión de una bebida elaborada como al infusión de raíz del
árbol Jurema para la obtención del trance mediúnico, lo cual era acompañado por
cantos indígenas balbuceados, hablados o cantados en lengua portuguesa
corrompida.
Continuando en el
tiempo fue la fusión de estos nuevos cultos de Caboclos Encantados con los
primeros aportes de la religiosidad de los negros Bantú, casi siempre fugitivos
que encontraron refugio y protección en Pajelanca y en el culto de los
Encantados, que se esbozó (se empezó a marcar) el culto de Catimbó, pero ahora
las ceremonias perdían el sentido de función social de la colectividad para
transformarse en cultos individuales de satisfacción de necesidades personales
tanto de indios como de negros o mestizos, como de naturaleza espiritual y
curativa.
Ejemplificando el
cambio de tales funciones, un viejo Pajé de nombre Tarcuaá, así se lamentó con
un investigador: “Hoy no hay más Pajés, somos todos curanderos”.
Usando una mitología
y ritualismo indígena un poco empobrecidos, los altares de Catimbó representan
la pérdida de valores iniciáticos de los indígenas brasileños, que pasan a ser
sustituidos por la fusión religiosa y presentan, de lado a lado, estampas y
estatuas de Santos católicos mezclados con Charutos (habanos), aguardiente,
pequeños arcos y flechas, flautas indígenas, además de hierbas y animales
secos, objetos que son portadores de los poderes de bendición católica y de la
fuerza indígena Mana (la fuerza vital indígena), puesto que la fuerza de
realización mística africana Axe aún no había llegado definitivamente a Brasil.
Pero, habiendo
abandonado el tabaco para la obtención del trance místico, aún existía el
recuerdo de su uso ancestral como hierba sagrada en los altares de Catimbó
estaba Princesa, una cuia de bronce o vasija baja de barro, la cual siempre reposaba
sobre una humareda de tabaco, cercada por un paño blanco que nunca se usaba
para otra finalidad, guardando la pureza o Santidad.
La Princesa
constituía el ligamento con el pasado indígena, pues era en ella donde era
molida y mezclada la raíz de Jurema, la bebida levemente alucinógena que por
aquel entonces inducía a los espíritus invocados para provocar el trance
mediúnico también llamado estado de Santidad.
Mientras tanto,
este Catimbó ya pre anunciaba a la futura
“Umbanda” , presentándose dividido en siete reinos espirituales:
Vajucá
Tigre
Canindé
Urubá
Juremal
Josafá
Y Fondo del Mar
Sus principales
espíritus Jefes son indios: Itapuá,
Xaramundy, Mussurana, Iracema, Turuatá, y las mozas de agua o Iaras, y
también muchos más tarde, algunos espíritus “catimbozeiros” de descendencia africana.
Pues, como ya
dijimos, fue para esta religión básicamente indígena pero ya miscigenada con elementos católicos que entró el negro o
sus descendientes del Nordeste, especialmente si eran de origen Bantú, por
encontrar en Pajelanca y en Catimbó ceremonias hasta cierto punto análogas (parecidas
o iguales) a las de sus antepasados africanos.
Los negros
Bantos-congoleces aceptaron esta nueva religión, sobre todo, en término de
“Culto a los Muertos” pues los Pajés y los Catimbozeiros, a través de los
Maracás y de los Cunhás los Encantados y el tabaco y la Jurema, quizá también
Diamba, introducida por los africanos, se comunicaban con el Más Allá, o sea,
el lugar místico y/o mítico en que los blancos, indios, negros, y mestizos de
todos situaban por igual la existencia de sus antepasados.
Los cultos
africanos se filtraron ya sincretizados, habiendo en la Umbanda un alto grado
de mixtura. Los Umbandistas adoran a Zambi, Dios único, y a sus siete rayos, o
sus siete emanaciones, sus siete Orixás, sacados de la mitología africana:
Ogum, Oxossi, Xangó, Oya, Oxum, Yemanjá, Oxalá, representando conceptos
superiores, encarnaciones de los valores humanos y de las fuerzas que sustentan
la creación a la vez. Además, eran las siete corrientes de las cuales provenían
los espíritus y los siete reinos de entidades, como era el caso similar de los
reinos de Catimbo.
Escribir sobre
Umbanda sin citar a Zelio Fernandino de Moraes es prácticamente imposible.
El, así como Allan
Kardec, fueron los intermediarios escogidos por los espíritus para divulgar la
religión a los hombres. Zelio Fernandino de Moraes nació el día 10 de abril de
1891 en el distrito de Neves, Municipio de Sao Gonçalo (San Gonzalo), Río de
Janeiro.
A los 17 años,
cuando se estaba preparando para servir las fuerzas armadas a través de la
marina le aconteció un hecho curioso: comenzó a hablar en un tono manso y con
un acento diferente al de su región, pareciendo un señor con bastante edad. Al
principio, la familia creyó que hubiese algún disturbio mental y fue encaminado
a lo de su tío, el doctor Epaminondas de Moraes, Director del Hospicio de
Vargém. Luego de algunos días de observación y no encontrando en sus
síntomas en ninguna literatura médica
sugirió a la familia que lo encaminasen a un Padre para que fuese hecho un
ritual de exorcismo, pues desconfiaba de que su sobrino estuviese poseído por
un demonio. Buscaron y encontraron, entonces también, luego de hacer el ritual
de exorcismo la familia de Zelio no consiguió
ningún resultado. Tiempo después
Zelio fue atacado por una extraña parálisis, para el cual los médicos no
consiguieron encontrar la cura. Pasado algún tiempo, un acto sorprendente,
Zelio se enderezó en la cama, se levantó parándose sobre sus pies y declaró:
“mañana estaré curado”. Al día siguiente comenzó a andar como si nada le
hubiese pasado. Ningún médico supo explicar cómo fue se que dio su
recuperación. Su madre, Doña Leonor de Moraes, llevó a Zelio a una curandera
llamada Doña Cándida, figura muy conocida en la región donde moraba y que
“incorporaba” el espíritu de un negro llamado de “Tío Antonio”.
Tío Antonio
recibió a ese joven y haciendo sus
rezas le dijo que poseía el fenómeno de la mediumnidad y debería trabajar con
la caridad.
El padre de Zelio,
el señor Joaquim Fernandino Costa, a pesar de no frecuentar ningún centro
espírita, ya era un adepto del espiritismo, practicante en el hábito de la
lectura de literatura espírita.
Un amigo de la
familia sugirió que visitaran la Federación Espiritista de Niterói, presidida
en esa época por José de Souza. El día 15 de noviembre de 1908 el joven Zelio
fue invitado a participar de la sesión tomando un lugar en la mesa. Dominado
por una fuerza extraña y superior a su voluntad —y contraviniendo las normas
que prohibían el alejamiento de cualquiera de los integrantes de la mesa—, el
joven se levantó diciendo: “aquí está faltando una flor” y salió de la sala
hacia el jardín, volvió enseguida con una rosa blanca que depositó en el centro
de la mesa. Esa actitud insólita causó casi un tumulto. Restablecidos los
trabajos se manifestaron en los médiums kardecistas espíritus que decían haber sido
esclavos negros e indios americanos; fueron conminados a retirarse advertidos
de su atraso espiritual. Nuevamente una fuerza extraña dominó al joven Zelio y
él habló sin saber lo que decía; oía apenas su propia voz preguntar a quien
comandaba los trabajos cual era el motivo que los llevaba a no aceptar la
comunicación de aquellos espíritus y por qué los consideraban atrasados
únicamente basándose en encarnaciones pasadas que ellos mismos revelaron.
Continuó un diálogo
acalorado, los responsables por la sesión se esforzaban en adoctrinar y apartar
el espíritu desconocido que desarrollaba una argumentación calma y segura. Un
médium vidente preguntó al espíritu: “¿Por qué, hermano, hablas en estos
términos, pretendiendo que la dirección de la sesión acepte la manifestación de
espíritus, que por el grado de cultura que tuvieron cuando estaban encarnados,
son claramente atrasados? ¿Por qué hablas de este modo si estoy viendo que me
dirijo en este momento a un jesuita y su vestidura blanca emite un aura de luz?
¿Cuál es tu nombre, hermano?” El espíritu desconocido habló así: “Lo que tú ves
en mi son apenas restos de una existencia anterior. Fui Padre y mi nombre
era Gabriel Malagrida. Fui acusado de brujería y sacrificado en la hoguera de
la inquisición en Lisboa en el año 1761, pero en mi última existencia física
Dios me dio el privilegio de nacer como Caboclo brasileño.”
Continuó: “Si
juzgan atrasados a los espíritus de negros e indios debo decir que mañana (16
de noviembre) estaré en la casa de mi “aparelho” para dar inicio a un culto en
el que estos hermanos podrán dar sus mensajes y así cumplir la misión que el
Plano Espiritual les encomendó. Será una religión que hablará a los humildes,
simbolizando la igualdad que debe existir entre todos los hombres, encarnados o
desencarnados. Se quieren saber mi nombre, que sea este: “Caboclo das Sete
Encrucilhadas” porque para mi no habrá caminos cerrados.” El vidente
preguntó con ironía: “¿Consideras, hermano, que alguien asistirá a tu culto?”
El espíritu, ahora identificado, respondió: “Cada colina de Niterói será
portavoz, anunciando el culto que mañana iniciaré”
Al día siguiente,
en la casa de la familia Moraes, en la calle Floriano Peixoto 30, al acercarse
la hora indicada (la hora 20:00) estaban ya reunidos los miembros de la
Federación Espírita de Niterói para comprobar la veracidad de lo que fuera
dicho en la víspera; estaban los parientes más próximos, amigos, vecinos, y
–del lado de afuera- una multitud de desconocidos. A la hora 20:00 se manifestó
el Caboclo das Sete Encrucilhadas. Declaró que en aquel momento se iniciaba un
nuevo culto, en que los espíritus de viejos africanos que habían servido como
esclavos y que desencarnados no encontraban campo de acción en los remanentes
de las sectas negras, degeneradas y dirigidas en su totalidad hacia los
trabajos de brujería, y los indios nativos de nuestras tierras podrían trabajar
en beneficio de sus hermanos encarnados cualquiera que fuera su color, su raza,
su credo o su condición social. La práctica de la caridad, en el sentido del
amor fraterno, sería la característica principal de este culto que tendría por
base el evangelio de Jesús y como maestro supremo a Cristo.
El Caboclo
estableció las normas que organizarían el culto: Sesiones (así serían llamados
los períodos de trabajo espiritual) diarias de 20:00 a 22:00 hs., los
participantes vestirían de blanco y la atención sería gratuita. Dio también
nombre al movimiento religioso que se iniciaba “Umbanda” (el nombre de ese
movimiento religioso que se iniciaba; dice primero “Allabanda”, así anotó uno
de los presentes, pero considerado que no sonaba bien a su vibración, se
substituyó por “Aumbanda”, o sea, Umbanda, palabra de origen sánscrito, que se
puede traducir como “Dios a nuestro lado” o “El lado de Dios”). Muy
probablemente quedó el nombre de Umbanda, y no Aumbanda, porque alguien anotó
la palabra separadamente (a Umbanda). La palabra Aum, es de alta significación
espiritual, consagrada por los maestros ( que deriva de “llamada a Dios” o
“fuerza de Dios”); bandha (llave o puerta), en su expresión mística inicial
significa movimiento incesante, fuerza centrípeta emanada del creador. La
palabra Aumbandha pronunciada en el mantra, se parece más al sonido Ombanda,
siendo ajustada a la doctrina de Umbanda.
Las personas
comenzaron a ser bautizadas por el Caboclo manifestado en el cuerpo de Zelio. Comenzaron
así a manifestarse otra clase de espíritus con el correr de los años, hasta
formar lo que actualmente se llama la Ronda de Umbanda: Ogums, o espíritus de
guerreros (San Jorge en el sincretismo), Xangos, líderes indígenas (San
Jerónimo), Caboclos, espíritus indígenas (San Sebastían), Africanos y Bahianos
(San Cipriano), Crianzas, espíritus de niños (San Cosme y Damián), Pretos
Velhos, espíritus de esclavos ancianos (San José, entre otros sincretismos) y
las Maes de Agua, espíritus femeninos acuáticos.
Hay cosas
interesantes que comentaré otro día, como los siete templos que fundaron la
Umbanda o las primeras entidades en manifestarse.
Cuando la Mae Teta
de Oxalá se inicia en Umbanda, siendo ya Iyalorixá, comienza a sacrificar
animales para los espíritus que hasta entonces no trabajaban con alcohol, ni
tabaco, ni música. Así surge la Umbanda Cruzada y la Umbanda se subleva al
culto de Nación de Orixás, convirtiéndose en lo que hoy se conoce, vulgarmente:
gente poseída por espíritus, que sacrifican animales de pluma y danzan
vigorosamente. Hay umbandistas blancos aún, pero el auge de la Umbanda de Mae
Teta fue tan grande, que actualmente son la mayoría.
Por último
comenzaron a manifestarse los Exus y Pomba giras, entidades en evolución, que
intentaban alejarse del plano del mal sirviendo a Dios. Son espíritus de
personas sufridas, de la noche, como prostitutas, jugadores, gitanos, etc.
Sucedía que le Umbanda se sentía sofocados, obligados a adorar a espíritus
negros y mestizos. Así que quisieron un ámbito en el cual desarrollarse
libremente y tener mayor libertad moral. Surge la Kimbanda, que es el llamado Camino
de Izquierda, en Umbanda, siendo un conjunto de prácticas, pero no una religión
en sí. Sería peligroso asegurar que todo Exu y Pomba Gira es negativo y trabaja
para el mal. La verdad es que depende de cómo se eduque al espíritu
manifestado, si en el bien o en la ganancia material y el mal. Se hacen
sacrificios sí, y las entidades son entidades que vibran muchas veces en niveles
bajos de energía, rondando cementerios, encrucijadas, prostíbulos, hospitales,
etc. Pero piden luz y deben ser atendidos. Lo que si es cierto es que algunos espíritus oscuros se colan y hacen destrozos...
Eso es todo por
ahora. Es bastante pero me quedé muy corto. Es simplemente para tener una idea
general de estos cultos. Saludos a todos y bendiciones!!!!!
Aramis L’hibou
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